Aquí una entrevista que me hicieron desde Diario de Cuyo. Muchas gracias Raúl Caliva.
Por Raúl Caliva
De la mano de Cristian Marín y a través del Espacio Cultural Independiente Dos Plantas, se lleva a cabo en San Juan el primer taller técnico-artístico de creación de fanzines. La necesidad de desarrollar un espacio de capacitación formal surgió por inquietudes personales, pero también por demanda de colegas, ilustradores, estudiantes y otras personas sin conocimientos ni experiencia en técnicas de diseño o producción gráfica. La convocatoria se hizo por redes sociales y la respuesta entusiasmó a este docente universitario y diseñador gráfico egresado de la UNSJ, cuya labor profesional está centrada en la gestión cultural y la producción gráfica en el Estudio León Théremin desde 2015; y que también presta funciones en la Editorial de la UNSJ.
El fanzine es esa pieza editorial rebelde que goza de buena salud en tiempos de convergencia digital. Curiosamente, una forma artesanal de expresión que perdura a pesar de la supremacía de las pantallas. Es el instrumento predilecto de comunicación alternativa para círculos artísticos o de expresión urbana. El lugar infalible para encontrarlos, son las ferias independientes, editoriales o de diseño, pero también circulan en espacios oficiales e intervenciones callejeras. Allí están estas creaciones gráficas en papel, como gritando "Acá estamos, existimos!".
Hay una discusión abierta entre quienes los consideran revistas culturales y los que lo ven como simples revistas caseras. La respuesta la da Cristian: El fanzine es una pieza editorial extraoficial. Es una pieza gráfica que intenta responder a objetivos que no encajan en un libro, ni en una revista. Entonces, adopta una identidad propia, muy distinta y auténtica. Y destacó otras cualidades que lo diferencian.
Por un lado, no tiene fin de lucro. Y por otro, lo que lo define como publicación artesanal o casera es que tiene una tirada muy limitada, que a veces puede cumplir o no con una regularidad de publicación y que cuenta con diferentes métodos de impresión y calidad muy variable. Muchas veces se hacen a mano y simplemente son fotocopiados. También se realizan con impresoras domésticas, serigrafiados o utilizando máquinas de impresión antiguas. Pueden tener la forma de revista, pero también pueden ser de gran tamaño, desplegables como láminas y hasta puede guardarse en el bolsillo.
En cuanto a contenidos, el inventario es casi infinito: ciencia ficción, artes visuales, teatro, música, literatura, historietas, política, deporte, periodísticos y más; y dada justamente su flexibilidad temática y bajo costo, se erigieron en potentes canales de divulgación ideológica contracultural. Fue desde este soporte que empezaron a surgir las editoriales independientes o cartoneras, que de algún modo institucionalizaron el trabajo colaborativo.
Para el tallerista, toda esa versatilidad es una ventaja: El fanzine es una búsqueda de experimentación, de conocimiento autodidacta, que convive con las calcomanías y parches en las ferias y en las casas culturales autogestivas. Pero es la mejor herramienta para explotar y comunicar una idea. Esto les sirve mucho a los ilustradores y a los historietistas que quieren dar a conocer su trabajo. Además, genera un feedback directo entre el autor y su lector, añadió Marín, quien expresó que el fanzine es para los comiqueros, dibujantes y escritores amateurs lo que es el garage o la cochera para los músicos indie.
Hay registros históricos que tuvo un fuerte uso en Europa y Estados Unidos del siglo XIX y principios del siglo XX. En el país tuvieron su auge en las década del 80 y del 90. Sin embargo, su desarrollo en la provincia fue dispar y su contenido se diversificó en otros asuntos de interés.
Tras una recopilación que ha podido hacer en los últimos años, el diseñador encontró que los fanzines más reconocibles en la provincia por su notoriedad y tipo de material, son los trabajados por colectivos feministas, grupos de ilustradoras/es o asociaciones artísticas independientes. Una polilla y su sombra, Karma, Niñes, El corazón roto, La cosa fanzine en vivo, Fanzine heliográfico, Pido gancho, Fuego y tinta, Che, virus, morite de amor! y Árido Fanzine, son los que circulan actualmente. Anteriores a la pandemia había otros como Montañas de papel y Tres empanadas, que hablaban de ilustraciones, poemas, collages, ambientalismo y activismo cultural o político.
También, Marín amasa su propio proyecto de fanzine. Se llamará Ruina y se publicará el próximo sábado, 19 de noviembre, cuando concluirá el taller. En este material abordará un registro de aquellos lugares o edificios que quedaron en ruinas en la provincia. Con Mauro Lima que trabaja la fotografía estenopeica y textos elaborados por Cristian, buscarán elaborar un anecdotario de estos sitios para rescatar el recuerdo histórico y su contexto. En su primer número hablarán de las Minas de Hualilán, con una ficción y con anclajes en las fotografías; y será redactado con máquina de escribir así adquiere un carácter artesanal.
Cuando hay crisis, los fanzines resurgen. Vivimos en una época caótica y de crisis cultural importante a nivel global. Plantearnos y cuestionarnos qué es la cultura, qué es el arte, qué hacemos con lo que nos rodea. Es un momento óptimo para expresar las ideas por medio de esta valiosa pieza gráfica, concluyó.
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