En diseño editorial existen métodos para buscar la caja virtual a la hora de diseñar una pieza equis. Ok, listo, terminó el artículo, o sea ya sabemos para qué sirven los métodos. Sin embargo, no todo es tan fácil como parece, de hecho, decidí hacer este artículo porque todos los años recibo consultas similares después de dar este tema en la facu: los estudiantes, en muchos casos, no comprenden realmente la función o bien, terminan de comprenderlo a final de año, después de haber realizado todos los trabajos prácticos sin esta gran herramienta (quizá esto esté bien, o sea, quizá que pase así es suficiente). Me pregunto año a año cómo hacer desde la pedagogía para que esto quede claro y le puedan sacar provecho, ¿será que no es realmente necesario saber los métodos a la hora de comenzar a diseñar una pieza editorial? Lo dudo.
Hablando con un colega de la facultad me comentaba que quizá tenga que asociar el tema a algo ya conocido por los estudiantes, como por ejemplo el visor que usan en la materia Dibujo a mano alzada. Pienso que esto podría funcionar debido a la similitud morfológica de ambas herramientas. Años atrás he realizado un ejercicio de fanzine donde aplicamos varios métodos. Los dibujamos con lápiz y regla sobre la hoja que después terminará siendo un fanzine a gusto y capricho de lxs estudiantes. Esta instancia manual es muy poderosa, debido a que ellxs comprenden la importancia de maquetar previamente antes de ir al software.
Como para comprender un poco de dónde viene todo esto podemos decir que las bases de los métodos más conocidos (van der graaf, doble diagonal, villard) son antiquísimos, datan del s. iii. Todos ellos buscan desde la geometría un equilibrio, un manejo proporcionado de espacios usados y espacios vacíos, quiere decir que buscan la racionalización y la “perfección”, de ahí su familiarización con el rectángulo áureo y el número de oro. Después, allá por el renacimiento, Gutenberg usa el método Van der graaf para hacer la famosa biblia de las 42 líneas. Mucho más cerca, en el s. xx, Jan Tschichold enaltece los métodos poniéndolos nuevamente en valor a través de varios artículos y libros, un claro ejemplo es La forma del libro, que hasta en la actualidad se sigue reeditando.​​​​​​​
Aunque estos conceptos ya caducaron filosóficamente, en la práctica de las disciplinas proyectuales se siguen usando un montón. Hay miles de gráficas y de productos que responden a esta lógica, por decir algunos ejemplos: las cajas de 20 cigarrillos son rectángulos aureos, algunas cajas de fósforos, muchos edificios están basados en estos principios, todo el sistema DIN estandarizado responde también a esto, es decir, las hojas A5, A4, A3, etc son rectángulos áureos. En lo personal, me aburre bastante, entiendo los beneficios de la estandarización, pero también esto genera un mirar, una forma de ver el mundo, que a mí criterio, siento un tanto forzosa. No vivimos en un mundo simétrico; no sé quién, pero yo no vivo en una realidad geométrica. De hecho, si miramos detenidamente nuestros cuerpos nos daremos cuenta que la geometría del hombre de Vitruvio de Da Vinci no existe y que no es más que un sentido estético. Hay miles de artistas y diseñadores que militan conceptos geométricos como sinónimos de belleza ¡Cuidado! Es muy fina la línea entre un sentido estético, los prejuicios y la realidad. O sea, no estoy diciendo que vivo en un lugar asimétrico y por consiguiente feo, todo lo contrario, hay belleza fuera de la simetría, de la proporción y el equilibrio. Volviendo a los métodos. Me gusta verlos como herramientas, no más que eso. Herramientas con la fuerza de generar blancos, aires, capaces de transitar entre lo estético y lo funcional.
En conclusión, está bueno usar los métodos estratégicamente para comenzar un proyecto editorial. La geometría es una gran herramienta en sí. Aprovechen la creatividad y vayan más allá del uso correcto. Traten de deconstruirlos. Son solo herramientas que deberían estar a nuestro favor, o sea no para limitarnos sino para facilitarnos.

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