Cuando seleccionamos una determinada fuente tipográfica para visualizar un texto en pantalla, estamos seleccionando su particular tono de voz
La tipografía, una especialidad hasta hace unas décadas restringida al ámbito profesional, ha terminado por alcanzar la esfera de lo cotidiano. A pocos se les escapa que hablar en términos coloquiales de una futura o de una helvética es estar hablando de un tipo de letra o del nombre de una fuente digital. La omnipresencia de la letra en nuestro mundo cotidiano toma apariencias diversas, según la fuente seleccionada para cada caso. Es así como leemos. Y gracias a las formas tipográficas –el diseño de los tipos de letra– podemos comprender mejor aquello que leemos, bien sea por su aspecto funcional o por su valor emocional, que nos ayuda a interpretar mejor la intencionalidad de un texto.
Los tipos de letra para la impresión, en nuestra tradición occidental, inician su recorrido con los tipos góticos utilizados por Gutenberg. Fue él quien puso en práctica un sistema de composición que convirtió la letra en un elemento modular combinable. De esta manera, las letras, resultado del gesto del copista, se transformaron en modelos para la fabricación de tipos de imprenta. Desde entonces, la evolución de las formas tipográficas ha seguido sus propios derroteros, evolucionando de manera  independiente del trazo caligráfico que un día le sirviera de modelo, hasta convertirse en un pequeño software que permitirá almacenar su diseño y facilitará su visualización en la pantalla de nuestros  dispositivos digitales. El recorrido es largo y llevaría mucho tiempo hablar de esta evolución. Pero, al margen del aspecto que toman las letras a lo largo de este recorrido por la historia, la tipografía cumple una misión fundamental, la de comunicar a través de sus formas y permitir trasmitir contenidos a través del texto.
El diseño de tipografía ha sido –y todavía es– una actividad especializada dentro del ámbito del  diseño. La creación de nuevas tipografías, para fines corporativos o institucionales, contribuye a la variedad de formas con las que podemos ver y leer, desde el nombre de una determinada marca o producto comercial a la rotulación de nuestras calles, las noticias de los periódicos o un manual de instrucciones.
La tipografía constituye la voz del texto. Las distintas fuentes tipográficas, con su variedad de formas y diseños, nos permiten definir una determinada entonación del escrito. De esta manera, cuando escribimos con la ayuda del teclado y seleccionamos una determinada fuente para visualizar el texto en pantalla, estamos seleccionando su particular tono de voz.
No todas las tipografías comunican de la misma manera. Ni tan solo una misma fuente nos valdría para cubrir todas las necesidades: un tipo de letra que nos resulte apropiado para la composición de texto en un periódico, no necesariamente nos será útil para señalizar un hospital o adecuado para leer en la pantalla de un e-book.
Seleccionar una fuente puede parecer un acto banal, un detalle sin importancia; sin embargo, y desde el siglo XV, no han sido pocos los diseñadores de tipografía que han aportado originalidad y creatividad a la hora de crear nuevos tipos de letra para la composición de texto. Las razones para ello son diversas y van desde diseñar para la solución de problemas de lectura a la creación de programas de identidad, y, porque no, por puras motivaciones personales. Pues las formas que toman los signos que dan visibilidad a nuestra lengua no son más que el resultado del deseo de expresar las ideas y los valores que son propios de cada época.
Sin duda, cada tipo aporta valores distintos en cada caso. Cada tipografía demanda su contexto adecuado, como el buen vino que ha de acompañar una comida.
Herramienta para la comunicación
La tipografía es una herramienta fundamental para la comunicación escrita. Y ahora más que nunca, una herramienta que, gracias a la tecnología está al alcance de todos. Nunca había sido tan fácil seleccionar y escoger tipografía; ni tan alto el control en el proceso de creación de una fuente digital. Por ello estas han crecido en cantidad y en diversidad, ofreciendo mayores posibilidades para su uso.
Algunas preguntas han surgido en la medida en que el público va tomando una mayor consciencia: ¿Cuál es el papel de la tipografía en nuestra sociedad global? ¿Cuáles son los retos que deben  plantearse desde el diseño de nuevos tipos de letra? La tecnología digital ha acercado esta especialidad al gran público, potenciando así su valor humano y social. La omnipresencia de la tipografía en nuestra sociedad no es un capricho, sino una necesidad, pues como expresión gráfica de la lengua escrita, la tipografía constituye una herramienta básica para facilitar las relaciones humanas y contribuir a la cohesión social.
Vivimos en la sociedad de la información, los avances tecnológicos han potenciado y facilitado la comunicación entre las personas. Disponemos de los medios, los dispositivos que nos permiten estar conectados a la red. Los soportes por donde circula la información, más allá del papel, han tomado  formas diversas. Estamos inmersos en un cambio continuo en el que la tipografía debe adaptarse con rapidez a las posibilidades de cada medio.
Los actuales problemas de visualización de las tipografías en algunos de estos dispositivos se irán  resolviendo en la medida que las pantallas aumentan su resolución o en la medida que estas  tipografías se adaptan a las características técnicas del nuevo medio. Es una cuestión de tiempo. Hasta hace bien poco, por ejemplo, el diseño de páginas web estaba limitado a unas pocas tipografías (existentes en la mayoría de los ordenadores). Esto ya ha sido superado gracias a laevolución de los navegadores (browsers) y al desarrollo de nuevos formatos fuente que permiten que cualquier tipografía pueda ser utilizada en una página web.
Algunos de los retos que nuestro mundo global se plantea pasan por la creación y mejora de esas herramientas que, como vehículos del lenguaje, permiten una mayor fluidez en la comunicación y el entendimiento entre las diversas culturas que configuran nuestra sociedad multilingüe. El fenómeno de la multiculturalidad plantea una manera de ver y entender la tipografía más comprometida socialmente. Ya no nos basta con un solo sistema de escritura, como es el alfabeto latino. Si queremos llegar más allá de nuestro ámbito cultural, el diseño de tipografía debe plantearse el reto de conjugar distintos sistemas de escritura, que permitan al diseñador poder componer textos en diversas lenguas. Sin duda, el futuro de la tipografía pasa por una simbiosis entre humanismo y tecnología. Seguramente nos encontramos en el lindar de una nueva revolución.
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